lunes, 29 de octubre de 2012

HISTÓRICA VICTORIA FOGONERA EN ROSARIO



Por Marcos Cavalleri
¿Hay algo más significativo que festejar el día de la madre en familia? Sí. Que Douglas Haig gane por goleada de manera contundente ante Rosario Central. Si se le pudiera agregar algo más, sería que la hinchada fogonera sea una fiesta y que la parcialidad local termine insultando a dirigentes, cuerpo técnico y jugadores. Eso era lo soñado desde un principio, cuando se comenzaron a vender las entradas que volaron en dos días. Sin embargo, más allá de esa ilusión, la gente vivía la previa del encuentro como una experiencia única e inolvidable.
La primera vez que el primer equipo de Douglas Haig enfrentaba a un club grande del fútbol argentino y era Rosario Central. La segunda vez que viajaban a una de las ciudades más importante de la provincia de Santa Fe, ya que en la anterior oportunidad, fue para dar un paso importante para ascender a la B Nacional. El debut en el barrio de Arroyito ante más de 30.000 personas alentando al conjunto auriazul, y como si eso fuera poco, la televisión fue testigo de semejante recuerdo rojo y negro.
Cuando el Fogonero se aproximaba a las inmediaciones del estadio, un trágico accidente ocurrió en uno de los colectivos que los trasladaba. Había una persona caída en el medio de la calle, custodiada por dos agentes policiales, esperando la llegada de la ambulancia. Horas más tardes la noticia se hizo saber por completa, un simpatizante se cayó al pavimento desde el colectivo y fue arrollado por el mismo. Sufrió varias fracturas y terminó hospitalizado. Un inadaptado más, de tantos que hay en el ambiente que rodea al fútbol argentino.
Pero justamente los inadaptados no son siempre simpatizantes de equipos, algunos con uniformes que se hacen llamar “encargados de seguridad”, reprimieron sin sentido con disparos a la hinchada visitante. El ingreso transcurría con total tranquilidad, a pesar de que las parcialidades se cruzaban debido a la mala organización de la policía rosarina.
Más allá de los lamentables episodios, como no podía ser de otra manera, el Fogonero copó en gran número el sector asignado de la popular visitante. La gente comenzaba a vivir el partido como una fiesta, y ya desde muy temprano se hacían presentes las alegrías, porque Adrián “el bati” Aranda puso el 1 a 0 para Douglas. Los hinchas rojinegros quedaron atónitos ante semejante inicio del juego.
Los platillos y bombos sonaban con más énfasis a partir de la ventaja del conjunto dirigido por Omar Jorge. Los jugadores sabían lo que se estaban jugando más allá de los tres puntos en disputa de cada cotejo. El corazón, la garra y la entrega, fueron condimentos infaltables en los responsables de semejante hazaña del club de Pergamino.
En el inicio del complemento, Central llegó a la igualdad a cargo de su mejor jugador en los 90 minutos, Fernando Coniglio. Las cosas parecían complicarse para el Fogonero, la gente comenzó a entender el lugar en el que estaban y las sonrrisas desaparecían de poco. El calor del público local se hacía sentir, y la presión en los gladiadores rojinegros se apoderaba de sus cuerpos con el correr de los minutos en cancha. 

Un excelente dominio de balón ante un centro cruzado y abierto a la derecha, un caño ante la salida apurada del defensor Carlos Casteglione, apertura hacia la derecha con un pequeño toque para acomodarse y sacar terrible zapatazo que se metió en el ángulo superior derecho del arquero Mauricio Caranta, y todos los fogoneros en una sola avalancha a gritar el segundo gol de su equipo. Pero todos se preguntaban, ¿quién hizo semejante gol? Es que minutos antes, el entrenador rojinegro había metido mano en el equipo e hizo ingresar a Miguel Alba, quien se despachó con una memorable jugada unipersonal que llevaría a escribir una página más de la historia de Douglas Haig de Pergamino.
La gente en un solo grito de aliento e incrédula por lo que estaba sucediendo, no paraba de cantar un segundo. Mientras que del otro lado se podían apreciar incidentes en el sector preferencial donde comúnmente se encuentran los directivos de Rosario Central. Los locales encendidos en insultos que caían de los cuatro costados del estadio y los visitantes disfrutando de una fiesta nunca antes vivida. Y para coronar un hermoso día y antes los insistentes cánticos de los Fogoneros, nuevamente Alba se aprovecho de una defensa calamitosa y puso las cosas 3 a 1.
Para lo único que quedaba tiempo es para que el árbitro haga sonar su silbato y finalice el histórico día para la institución más grande de Pergamino. Todos los hinchas se fueron del Gigante de Arroyito con el anhelo de haber dejado todo en las tribunas, y que sus jugadores estuvieron acorde a la altura de las circunstancias.

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