Instituciones barriales
Por Jona Reimondi
Si recurrimos al diccionario de la Real Academia Española, la palabra club refiere al lugar donde un grupo de personas con intereses comunes se reúnen a realizar actividades de distintas especies, principalmente recreativas, deportivas o culturales. Y el vocablo barrio, sin mucho pensar, nos lleva a cada una de las partes en las que se puede dividir un pueblo, ciudad, etc. La unión de ambos significados abarca lo que es un club de barrio, pero queda completamente escueto si buscamos profundizar en la definición de qué es un “verdadero” club de barrio. El término entre comillas adquiere un más allá de la clásica descripción del mataburros. Muestra una especialización más profunda. Denota no sólo un montón de palabras relacionadas sintagmáticamente, sino que, en un pensamiento agudo, un club de barrio es una suma de muchos factores: Institución, grupo humano, vivencias, economía, deportes, recreación, amor, entre tantos otros.
En Rosario son muchas las entidades deportivas barriales que existen, y todas difieren en sus actividades y en sus características. Cada club tiene su estilo, su transcendencia y su forma de vida. Tal es el caso de Unión Argentina, ubicado en el corazón del barrio La República, más precisamente en San Juan 4347, una institución que cuenta con su propia historia, con su gente, con su vida deportiva, pero también tiene que convivir con problemas; ya sean económicos, sociales o de otra índole.
La vida del rojo y verde (colores adoptados por el club) tiene data de 1918. Son muchos los años de vida. Son muchos los jóvenes que pisaron su suelo. Son muchas las pelotas que tocaron las redes, las bochas que se acercaron al bochin y los pies que bailaron.
Tal como era en épocas ajenas, el Caua (Club Atlético Unión Argentina) cumplía la función que tenían por ese entonces los clubes. Ser un lugar de contención, no sólo deportivo, sino de actividad cultural. Ser el espacio donde las personas se relacionen más allá de estar regidos bajo el reglamento de algún deporte.
Históricamente hablando, el tiempo le jugó una mala pasada. Entrando en la época del 2000, sufrió una acefalia de comisión directiva, y diferente vaivenes hicieron que dejara de tener socios. Desaparecieron todas las actividades. Hecho infortunio que duró hasta el 2009.
Fue en ese año, cuando un grupo de vecinos formaron una comisión directiva para resignificar el club. Edgardo Aspeitia, integrante de ese grupo y actual presidente, en un estado de retrospección acude verbalmente al momento en donde la gente creó la comisión. “Nos juntó el espanto. Había vecinos que tenían pensado hacer cocheras subterráneas en el club, además de utilizarlo como depósito para sus trabajos personales. No tenían ningún cargo, sólo entraban porque tenían la llave. No existía comisión. Además lo alquilaban para fiestas, y se repartían el dinero”, contó el dirigente.
La mencionada comisión reabrió el club con un único objetivo: La resignificación, que el lugar empiece a cobrar la magnitud que debe tener en un barrio tan importante como La República.
En septiembre de 2009 se presentaron dos listas, resultando ganadora la del “Vasco” Aspeitia. A partir de ese momento, se tomó como primera medida incorporar jóvenes. Comenzó con el Fútbol de Salón, continuó con Patín y se sumaron Voley, Boxeo y Judo, actividades que actualmente se encuentran en la grilla.
Para el presidente y para lo que significa realmente una institución barrial, la idea primordial era mezclar lo deportivo con lo social. Que los jóvenes hagan su propia historia en el club, y por el momento todo parece indicar que se está logrando.
Hoy en día son más de 300 los socios. Y gran parte de ellos hacen del club una segunda casa. No sólo es un lugar de diversión, sino de convivencia en todos sus sentidos. Unión Argentina obedece a los principios de club barrial y es un lugar que irradia vida, ganas de estar, ganas de encontrarse. Además de ser una institución donde la persona se puede desarrollar en la parte deportiva, social y obtener una educación.
Pero como pasa habitualmente con estos lugares sociales, siempre surgen problemas y el mayor es el económico. Veinte pesos es la cuota que paga el socio en Unión Argentina y con eso el club se tiene que autogestionar. Pagar los impuestos, y aunque la institución sea prestada a dos colegios secundarios para que realicen educación física, la provincia no los libera de ningún impuesto.
No recibe ningún subsidio ni aporte de ninguna entidad. “Nos están castigando. Dio la casualidad que dirigentes del partido socialista que integraban la otra lista que perdió (elecciones 2009) y por eso no obtenemos beneficios”, acusó Aspeitia. Además expresó que es raro porque tienen todos los papeles al día y en orden, y que el sólo hecho de tener las afiliaciones de los deportes existentes, los habilita a tener acceso a un programa de subsidio anual, el cual nunca recibieron.
Obviamente la política esta metida en todo y tampoco excede a los clubes de barrio. Cuesta entender cómo es que hay algunos que están bien económicamente y además reciben, como plus, un subsidio. Palabras similares compartió otro integrante del staff de Unión Argentina, Lidia Pérez, técnica de fútbol: “Hay clubes econonómicamente fuertes que son ayudados. Acá nos cuesta conseguir dinero para una lata de pintura para pintar la cancha”.
Sin lugar a dudas el club creció mucho y va a crecer más. Según mencionó el presidente el club cumple en el aspecto deportivo pero tiene una deuda en el lado social. Para saldarla y acercarse a lo socio-cultural, se crearon recientemente espacios de poesía, música y literatura, lo cual es importante para el barrio en sí.
Hay un hecho que describe la hospitalidad de Unión Argentina. Siempre dicen que el fútbol no está asociado ni por casualidad con las mujeres (aunque últimamente eso avanzó mucho). Sin prejuicios se le abrieron las puertas a Lidia Pérez como entrenadora del equipo de fútbol. Ella misma sabe que eso no es nada fácil. “El club me brindó mucho. Siendo mujer me costó dirigir en otros clubes, pero acá me aceptaron”, confesó.
Muchas son las metas que tiene el Caua para el futuro. Pero hay una que está metida en la cabeza del Vasco, y con gran serenidad la expresó de la siguiente manera: “Unión Argentina debe ser un lugar de encuentro. A partir del encuentro se producen cosas que trascienden lo individual. De lo colectivo surge lo que permanece en el tiempo”.
Un club tiene presidente, porque debe tenerlo para funcionar, pero sin lugar a dudas es de todos. Y aunque en Unión Argentina haya diferentes cargos, todos los habitués tienen, para decirlo de cierto modo, voz y voto.
Lidia Pérez, valora el sentido de la unión. “No sólo es deporte. Hay problemas. Casos familiares, chicos sin trabajo ni estudio. Algunos que no pueden estudiar, etcétera, y para eso estamos, para acompañar. No es un club de barrio, es una gran familia”.
Ese último párrafo describe a la perfección el significado verdadero de un club de barrio. Los deportes se relacionan de lleno con cosas extradeportivas. Los problemas se mezclan con las cotidianidades y conviven entre los socios. Las personas comparten sus alegrías y sus tristezas. Se conocen personas, se hacen amigos. Se toma una gaseosa, se come una hamburguesa o se lee un libro. Existe la unión, la familia. Todas esas cosas se encuentran en un mismo lugar, en un club, y éste se encuentra en un determinado sector de una ciudad, en un barrio.
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